La historia de BIC

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LA HISTORIA DEL BARÓN MARCEL BICH

Marcel nació en 1.914, en Turín. Su madre, Marie Brigitte de Orlí, era una noble francesa, y su padre, Mario Bich, era un ingeniero futurista. A Mario le gustaba todo lo que fuera moderno. Un hombre «avant garde». Las máquinas, la tecnología y la velocidad. Inventor incansable e imaginativo que supo inculcar sus inquietudes a su único hijo.

Marcel estudió en Madrid y París. No terminó sus estudios universitarios de filosofía, ya que su espíritu creativo e innovador le impedía concentrarse en ellos. Al joven Bich le encantaba crear todo tipo de artefactos, aunque solo fuera para que existiesen en su cabeza. A los diecinueve años ya se ganaba la vida vendiendo ropa íntima a domicilio. Poco después, en 1.934, empieza a trabajar en una empresa de artículos de oficina. Cinco años más tarde llegaría a ser el director de la empresa. Su gran espíritu de superación sólo podía verse truncado por un gran acontecimiento, como lo fue la 2ª Guerra Mundial.

Una vez acabada la gran guerra ya nada pudo detenerle. Lo primero que hizo fue comprar una fábrica de artículos de oficina a un amigo arruinado. Su gran sueño: una bola metálica. Algo aparentemente tan nimio le valió su fama. Basándose en el diseño de Laszlo Biro, un húngaro refugiado en Argentina, creó el primer bolígrafo de punta redonda. Esta punta regulaba el flujo de tal forma que acabó de una vez por todas con los dichosos borrones. Escribir nunca fue tan fácil.

En 1.953 salió de la fábrica el primer bolígrafo Bic, con él escribió una palabra que ya no le abandonaría: «EXITO». La producción era de 10.000 unidades diarias, tres años más tarde creció hasta las 250.000 unidades. Su creación era cada vez más popular. Estados Unidos, Europa, Africa, Nueva Zelanda. Ningún lugar del mundo se resistía a esta maravilla que podía escribir hasta tres mil metros de palabras.

Años más tarde Marcel Bich tuvo otra extraordinaria visión consumista: el mechero de gas no recargable. Cómodo, barato y muy funcional. Si se gastaba no había que molestarse en recargarlo, se tiraba y a comprar otro. No hace falta decir que fue un completo éxito. Poco después le siguió otra importante innovación: la maquinilla de afeitar desechable. Esto significó un gran paso en la liberación masculina, ya nunca más tendríamos que estar pendientes de salir de casa sin olvidar nuestra maquinilla. ¡Gracias, Bich!

El ingenioso Barón Marcel Bich murió en 1.994, a los 79 años de edad, después de casarse tres veces y traer al mundo a once hijos. Sus aficiones, el golf y las regatas. Su logro, quince millones de bolígrafos vendidos diariamente en todo el mundo. Qué grande es ser desechable

EVOLUCIÓN DEL LOGOTIPO DE BIC

bic evolucion logo

El logo de BIC® está formado por dos partes:
– El chico BIC®
– Las tres letras B I C, una version corta del apellido del fundador de la compañía, Marcel Bich.
Ambos elementos aparecen en sus colores tradicionales: anaranjado y negro.

Data de 1950 cuando Marcel Bich lanzó a la venta su famoso bolígrafo BIC® CRISTAL, en Clichy, Francia, en ese momento, el logo de BIC estaba hecho de tres letras « B I C » dentro de un paralelogramo rojo con los ángulos redondeados.

El chico BIC® fue creado por el conocido diseñador gráfico francés, Raymond Savignac. Nacido en Paris en 1907, Savignac gana notoriedad como creador de numerosas campañas de publicidad, incluyendo a la famosa hecha para L’Oréal en 1948. Más tarde, comenzó a trabajar con BIC, y en 1952 desarrollo la primera campaña publicitaria para la compañía: «elle court, elle court, la Pointe BIC®» (funciona, funciona, la punta BIC®).

En 1961, desarrolla la campaña para promocionar el nuevo bolígrafo de BIC® con una punta hecha de tungsteno. Esperando atraer la atención de los chicos, diseña un estudiante con su cabeza de bolita y sujetando un bolígrafo en sus espaldas.

El año siguiente, el diseño del estudiante fue ubicado adelante de las letras « B I C », y así formó lo que es hoy el logo de BIC®. La sociedad con Savignac duró más de 20 años e incluyeron 16 afiches de publicidad de los productos de BIC®.

El logo de BIC® es una marca registrada y nunca ha sido modificado. El logo data de cuando la compañía realizaba solamente bolígrafos, pero a través del tiempo, ha sido utilizado como marca de todos los productos de BIC®, artículos de escritorio, encendedores y maquinas de afeitar.

Alrededor del mundo, el logo de BIC® aparece en los productos, en el empaquetado, en la papelería de la empresa y en todas sus promociones y publicidades. El logo del chico BIC® se ha convertido en sinónimo de alta calidad, de productos de uso diario que son funcionales, accesibles y universales.

LA HISTORIA DEL BOLÍGRAFO

En 1851 un periodista escribió en el Scientific American: «Lo que todo el mundo quiere es un sustituto del lápiz y de la pluma. Parece que un solo instrumento puede hacer esta función». Un deseo modesto pero que no se hizo realidad hasta 1938, cuando dos hermanos húngaros, Ladislao y Georg Biro, inventaron el bolígrafo. Ese año, el bolígrafo fue patentado en Hungría y la historia siguió en la Argentina.

Ya en el siglo XIX se habían realizado algunos intentos de fabricación de una pluma que tuviera un rodamiento en su punta, como el producto utilizado por John L. Loud en 1888 para marcar el cuero. Pero no fue hasta 1938 cuando el inventor húngaro Ladislao Biro inventó un bolígrafo que tuvo éxito a nivel mundial. Una tinta viscosa y oleaginosa servía para este tipo de plumas, evitando manchas porque prescindía de la punta embebida en tinta. Se llamó birome al invento por la asociación del apellido Biró y el de su socio Meyne. El término birome se convirtió en sustantivo.

El bolígrafo tenía ciertas ventajas sobre la pluma estilográfica: la tinta era impermeable y casi indeleble; podía escribir sobre superficies muy diferentes y se podía mantener en cualquier posición durante la escritura; la presión que había que aplicar para que fluyese la tinta era perfecta para hacer copias con papel carbón. Esto hizo que el bolígrafo no tardase en desplazar a la pluma estilográfica como utensillo universal para escribir.

La historia comienza cuando el célebre inventor se desempeñaba como periodista. Su idea surgió debido a que al no trabajar continuamente durante su juventud, muchas veces la tinta de su lapicera se secaba. Por eso cuando debía realizar una entrevista, tenía que pedir prestada una porque la suya no funcionaba. Adicionalmente se había cansado de las quejas de su hija Mariana porque sus compañeritos del banco de atrás, en la escuela, le ensuciaban las puntas de las trenzas en el tintero. Todo esto le resultaba muy desagradable; hasta que un día en una imprenta vio un «monstruo mecánico», la máquina rotativa con su característico «plac, palc, plac» imprimiendo diarios sin provocar manchas desagradables, y con una tinta que se secaba una vez impresa en el papel. Entonces se preguntó si no se podría simplificar este mecanismo y hacerlo manual. Allí había más de 2000 piezas, eso era demasiado grande, ¿cómo se podría hacer algo más simple para escribir? Y de este razonamiento surgió el bolígrafo, que consistía en una bola de acero en la punta de un cilindro lleno de tinta especial, que bajaba por acción de la gravedad y se secaba enseguida sobre el papel. Al bajar la tinta, impregnaba a la bola de acero, permitiendo el fluir de la tinta sobre el papel.

En esa época fue a consultar a un profesor de química, en Hungría porque tenía serias dificultades para encontrar una tinta adecuada, pero éste lo echó. De esta forma, Biro tuvo que valerse por sí mismo para encontrar un fluido adecuado para su reciente invento. Utilizando la simple lógica, Ladislao pudo desarrollar una clase de tinta que no se seque en el tanque, pero que sí lo haga en el papel. Para ello tuvo en cuenta que la tinta se compone de partes sólidas y líquidas, por lo tanto la parte líquida iba a ser absorbida por el papel y el componente sólido quedaría arriba.

Perfeccionar su invento le llevó seis años de intenso trabajo, debido a que los primeros bolígrafos no escribían nada bien; solían patinar y además la tinta oleaginosa, que se secaba muy lentamente, se emborronaba con facilidad. Por lo tanto, fue necesario construir máquinas especiales para poder engarzar a las bolillas de acero, en un dispositivo especial sin freno. En cuanto al mejoramiento de la tinta, también tuvo varios problemas. Su hermano, que era químico, trabajó en la búsqueda de una solución al igual que muchos otros profesionales. Como no se hacían grandes progresos, Ladislao Biro debió encarar personalmente el problema hasta que pudo solucionarlo. Se fue mejorando la composición de la tinta para que resultara más fluída y secase antes. Además de los problemas técnicos, el inventor argentino tuvo que enfrentar problemas económicos cuando los inversores no quisieron financiar más su proyecto; hasta el punto que tuvo que pedirles a sus empleados que trabajen sin goce de sueldo hasta que logró perfeccionar el sistema de producción del bolígrafo y así salió al mercado con un gran éxito.

Biro patentó un modelo rudimentario del bolígrafo en su país, en Francia y en Suiza, en 1938 y más tarde en Argentina el día 10 de junio de 1943, donde por vez primera se financió el invento para ser comercializado e industrializado. La célebre birome fue precedida por los modelos Eterpen y el Stratopen.

En 1944, Biro vendió la patente norteamericana a Eversharp-Faber por dos millones de dólares, y, en Europa, a Marcel Bich (fabricante de los bolígrafos Bic).

En sus comienzos este nuevo instrumento de escritura costaba entre 80 y 100 dólares, lo que hacía a la birome prácticamente inaccesible para los salarios medios de entonces. Biro anhelaba popularizar su invento. Lo hizo el tiempo: ahora no pasa de un peso.

En el año 1945 la fuerza aérea de Estados Unidos, ante la necesidad de utilizar un nuevo tipo de lapicera que se pudiera utilizar en grandes alturas sin que se derramara la tinta, le encargó a Biró 20.000 ejemplares. El éxito obtenido en esta empresa con el gobierno norteamericano colocó a este producto en la vidriera del mundo. Sin embargo, Biro no patentó la birome en EE.UU. lo que provocó una dura batalla entre competidores por su explotación comercial. En ese mismo año el norteamericano Milton Reynolds desarrolló su propio modelo y el austríaco Franz Seech inventó la tinta que se seca al contacto con el aire, la cual fue comercializada con el nombre de «paper mate».

Sin el boligrafo de tinta seca… la realidad seria otra. Sin embargo y a pesar de los grandes progresos por mejorar los bolígrafos, estos seguían siendo muy costosos hasta que en el año 1949 el francés Marcel Bich desarrolló un modelo de bolígrafo con un costo llamativamente inferior al que denominó BIC ballpoints. Diez años más tarde las bic eran las lapiceras primeras en ver el mercado americano.

Fuente: http://www.bicworld.com

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1 comentario en “La historia de BIC

  1. Raquel

    Lo que poca gente sabe es que estuvo viviendo en Peñarroya Pueblonuevo (Córdoba), estudió en el colegio Presentación de María y siempre andaba montando artilugios e inventando aparatos nuevos. Su padre era ingeniero en la mina Antolin de dicha localidad y aunque su familia pertenecía a la nobleza, su padre no era varón, pues tenía un hermano mayor. Un bonito relato de nuestra historia.

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